HUELVA: PINCELADAS IMPRESIONISTAS DE UN VÍNCULO INEXORABLE.

»Primero me gustaste, luego te quise y, por fin, con el paso del tiempo, te amo, el deseo de una fusión eterna e inquebrantable.

»Su vida es parte de la mía.

»Atesora un inquietante misterio que la empodera, nada efímero, reservando el tarro de las esencias para quien posea el talento de conquistar su corazón, henchido de orgullo ancestral, sin maniatarlo ni amordazarlo, interviene la voluntad propia de adentrarse con osadía en su mundo de peculiaridades; la decisión de ensimismarse y someterse a sus encantos, de profundizar en su interior, inmisericorde con todo aquel que no la merezca, y entonces es cuando caes rendido a sus pies, embelesado por su personalidad, cautivado por la inteligencia de una tierra forjada a base de esfuerzo y constancia, por el hechizo de ella, por lo distinta de su alma.

»Aposté por sus valores, por la búsqueda de plenitud, por perecer ante sus inmarcesibles virtudes, desde las libaciones a la belleza de sus abejas de la sierra al olor y la música de las olas arremetiendo contra la implorante arena de la playa. Tras invocarlo sentí la intimidad de entrar en el paraíso y no querer abandonarlo, y sin darse cuenta ya son dos los que se necesitan el uno al otro; el desamor no tiene cabida porque sentir que se vive es innegociable y perpetuo.

»No sé si te merezco la pena, pero tú a mí sí.

Todo esto somos, Huelva y yo, a pinceladas, siempre se quedan cosas en el tintero.