Escribir un libro es un acto íntimo y personal. Uno no lo hace por los demás, sino por uno mismo, aunque es cierto que es una satisfacción inmensa compartir el entusiasmo con el resto de personas.
Suena «Soleá dame la mano» mientras escribo esto.
Escribir te hace sentirte libre, os lo recomiendo, por un fugaz momento aunque sea, pensaréis que aquello es vuestro, que no le pertenece a nadie, y esa sensación de crear algo es brutal. Todos tenéis la oportunidad de hacerlo, un papel, un boli y a dar rienda suelta a la imaginación.
En la situación que vivimos, tan desoladora y descorazonadora en ocasiones, un brote de alegría siempre viene bien, no importa que sea bueno o malo lo que escribes, importa que sea tuyo, que lleve tu sello, tu estilo, que seas tú mismo, vale una servilleta con dos o tres trazos, tengo cientos de ellas que acabaron volando pero, como me gusta decir, guardo el contenido en algún rincón de mi memoria, reclinadas sobre la niebla del olvido… Ánimo.