Es un misterio insondable y no.

Todo eso que se rumorea sobre que la creación de una novela es el producto de algo caprichoso y fortuito, rodeado de un aura mística que lo envuelve todo, como se refleja en los lienzos de las Inmaculadas de Murillo, es verdad y no tanto. Se requiere de la presencia de doña Inspiración Divina y de don Trabajo Concienzudo, a partes iguales. Ajustar tornillos en una fábrica, transportar mercancías en un camión o canalizar una vía venosa no necesitan de inspiración, o sí, de entrada se piensa en que tienen que ver más con la habilidad, destreza, práctica y formación adecuada específica para esas tareas.

Picasso decía que la inspiración existe, pero tiene que encontrarte trabajando, y no le faltaba razón.

Al final y al principio no deja de ser una cuestión muy personal, cada uno tiene su proceso, y esto es aplicable a todas las facetas artísticas. En mi caso lo explico pormenorizadamente en el prefacio de Immacolato: básicamente todo se somete a la voluntad de lo que llamo el desorden ordenado. Es menester que toda creación siempre deba tener un punto bohemio y caótico, las cosas van surgiendo al azar aparentemente, pero en realidad no son más que el fruto de la dedicación de tiempo y energía, es como el embarazo de una mujer, un hecho evidente consecuencia de unos preliminares necesarios que tiene un fin previsible, aunque nunca se sabe exactamente cuándo se va a poner de parto.

Proyectas mentalmente tus deseos, tus intenciones, los trabajas y casi siempre se acaban plasmando, en algún momento, en papel ahuesado revestido de una tapa blanda que a veces puede tener solapa.

El sueño nocturno en el transcurso de la noche inspira más que el día, debido a la relajación cerebral que permite no estar saturado pensando en las lavadoras que tienes que poner o en la lista de la compra del Mercadona. Por eso es útil tener a mano siempre papel y boli, para anotar rápidamente lo que llega y que no se olvide al despertar.

Hasta aquí puedo contar sobre este tema que me preguntan con frecuencia. Insisto en que en el prefacio de Immacolato está más desarrollado mi punto de vista sobre esto que llaman el proceso de escribir.